Wuilliam Urvina grew up near the Little Patuxent River in Savage, Md. His parents said the river reminded them of their home in El Salvador. Now, he's a two-time Chesapeake Bay Program intern. (Photo by Will Parson/Chesapeake Bay Program)

This article is published in English and Spanish/Este artículo está publicado en Inglés y Españo

Growing up as a first-generation Hispanic-American, I always had a connection to the environment. And like many in Maryland, that connection started with water.

While most kids learn to swim in pools, I was taught in one of the Bay’s tributaries, the Little Patuxent River. This winding river runs along the Savage Mill Trail in Savage Mill, Maryland, and is a popular location for runners and swimmers. My parents liked to go there because it was close by and it reminded them of home. In El Salvador, you can get to a beach, lake or river in 30 minutes no matter where you are (a perk of being the smallest country in Central America).

This early childhood exposure was paired with stories of my parents’ experiences back in their home country. They told me about eating wild fruit like Jocote and Chaparron, beautiful beaches that put Maryland’s to shame and climbing trees to escape angry grandparents.

If my childhood initiated my relationship with the environment, then my high school and college career solidified it. I had changed my mind a lot about what kind of career I wanted, switching from medicine to international relations to engineering. I liked the idea of doing something tangible and practical, but it wasn’t until I decided to take AP Environmental Science in high school that I really found a passion.

To be honest, I took AP Environmental Science because I heard it was one of the easier AP classes. However, I’m glad I did because it really changed my perspective. I had a great teacher who balanced the reality of a changing climate with what our society can do to help. This one class connected all the dots that I was looking for in a future career: it was something tangible that could help a lot of people and was also something I already had a strong connection with.

Soon, I’m going to be starting my last year at the University of Maryland studying Environmental Science and Spanish. I’ve had a lot of opportunities to explore the environmental field either through in-class field trips or club activities. I’ve also had the opportunity to be a C-StREAM intern with the Chesapeake Bay Program for two summers in a row.

In the summer of 2019, I worked with the Water Quality Goal Implementation Team (GIT) and the Climate Resiliency Workgroup. During that time, I worked on an interactive web tool that helps environmental researchers locate Bay Program resources, developed climate advisory posters that were exhibited at the 2019 Festival del Rio Anacostia and analyzed water quality data which helped the GIT improve the accuracy of a model used to predict nutrient deficiency.

This summer, I had the opportunity to work with the Chesapeake Bay Program’s Diversity Workgroup. My main project was to analyze the Bay Program’s network of partners to see how we can be more inclusive as an organization. I looked at the memberships of the six GITs and their workgroups, the Scientific, Technical Assessment and Reporting team and the Communications Workgroup, to determine how diverse their membership is and what other organizations within the watershed could be included.

One thing I found was that the Bay Program could work to include more groups that serve Latino communities or are led by Latinos. Throughout my search, only two members of the partnership fit this criteria, ecoLatinos and Por Eco Productions, though there are many other groups within the Chesapeake Bay region that can be included. Broadening our extension of partners in this way works towards meeting the Diversity outcome in the Chesapeake Watershed Agreement, the document that guides the work of the Bay Program.

Growing up, I didn’t see a lot of people that looked like me or that had a similar background working in the environmental field. This has progressed since I first considered a career in the field, but there is still a long way to go until other little kids feel like they have someone to look up to that represents their background. As I continue in my own environmental career, I hope that I can be that role model.

Cuando el patrimonio familiar inspira una carrera en el ecologismo

Dos veces pasante del programa de la bahía de Chesapeake describe su trabajo con la diversidad e inclusión

Al crecer como un latino de la primera generación en los Estados Unidos, yo siempre tenía una conexión con el medioambiente. Y como muchos otros en Maryland la conexión empezó con el agua.

A pesar de que la mayoría de los niños aprenden a nadar en una piscina, aprendí en unos de los afluentes de la bahía (el pequeño río Patuxent). Este río serpenteante fluye al lado del camino de Savage Mill en Savage Mill, Maryland y es un sitio muy popular para los corredores y los nadadores. Les gustaban ir allí mis padres porque estaba cerca de donde vivíamos y les recordaban de su patria. En El Salvador, se puede ir a la playa, a un lago o a uno rio en 30 minutos – una ventaja de ser el país más pequeño de Centroamérica – sin importar donde está.

Estas experiencias en mi infancia se combinaron con las historias de mis padres en su patria. Me contaron cómo comían Jocotes y Chaparrones, cómo las playas avergonzaban las de Maryland y cómo se subían a los árboles para escapar la cólera de mis abuelos.

Si mi niñez inició a mi conexión con el medioambiente, entonces la escuela secundaria y la universidad la consolidaron. No tenía idea de cual profesión escoger. Alternaba entre la medicina y las relaciones internacionales y la ingeniería. Me gustaba la idea de hacer algo práctico y tangible, pero no fue hasta que decidí tomar la clase AP (Colocación Avanzada) de ciencia del medioambiente que encontré mi pasión.

Para ser honesto, tomé esa clase porque decían que era una de las clases más fáciles. Sin embargo, estoy feliz que la tomé porque cambió realmente mi perspectiva. Tenía una profesora excelente que equilibró la realidad de un clima que está cambiando con lo que nuestra sociedad puede hacer para ayudar. Esta clase contenía todos los aspectos que quería de una carrera en el futuro: era algo tangible que podría ayudar a muchas personas y era algo con lo cual ya tenía una conexión fuerte.

Este otoño, empezaré mi último año en la Universidad de Maryland y sacaré dos títulos en ciencia de medioambiente y español. He tenido muchas oportunidades de explorar el ámbito medioambiental a través de excursiones y actividades de club. También he tenido la oportunidad de ser un pasante de C-StREAM dos veces con el programa de la bahía de Chesapeake.

En el verano de 2019, trabajé con el equipo de implementación de objetivo de calidad de agua (GIT del inglés) y el grupo de trabajo de resiliencia climática. Durante ese tiempo: desarrollé una herramienta de web que permite a los investigadores medioambientales a encontrar los recursos del programa, produje carteles de aviso en relación con el cambio de clima que se presentaron en el Festival del Rio Anacostia de 2019 y analicé datos de calidad de agua que ayudó al GIT a mejorar su modelo de predicción.

Este verano, tuve la oportunidad de trabajar con el grupo de trabajo de Diversidad. Mi proyecto principal era analizar la red de colaboradores en el programa de la bahía para ver cómo podemos ser más incluyente al nivel de la organización. Examiné la membresía de los seis GITs y sus grupos de trabajo, el equipo de información y evaluación científica y especializada y el grupo de trabajo de comunicación. Esto fue para determinar que diversas son sus membresías y que otras organizaciones se pueden incluir en el programa.

Algo que encontré es que el programa puede esforzarse para incluir más grupos que sirven a las comunidades latinas o que son encabezados por Latinos. Durante todo mi análisis, solo encontré dos organizaciones que cumplen con mis requisitos – ecoLatinos y Por Eco Productions – aunque haya más grupos que se puedan incluir en la región de la bahía de Chesapeake. Si nos concentramos en expandir la membresía de esta manera, entonces estaremos trabajando hacia el resultado de Diversidad en el Acuerdo de la cuenca de Chesapeake, el documento que guía el trabajo que hace el programa de la bahía.

Cuando era niño no vi a muchas personas que se miraban como yo o que tenían un origen similar en el ámbito medioambiental. Esto ha mejorado desde la primera vez que consideré una carrera en este ámbito, pero todavía hay un largo camino hasta que otros niños pequeños se sientan como que tienen a alguien que puedan admirar y que tengan una experiencia similar. Espero que pueda ser un ejemplo para ellos y que tengan la oportunidad de seguir sus sueños.

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